Los primeros químicos mantuvieron violentas discusiones acerca de
las cantidades relativas de las sustancias que reaccionan para
formar los compuestos. De una parte estaba un prestigioso químico
francés Bertholet (1748-1822), que sostenía que un par de
sustancias se podían combinar en cualquier proporción para formar un
compuesto. Citaba la combinación del plomo con el oxígeno como
evidencia de que el cambio de composición era continuo:
'El plomo forma un óxido que en principio es gris, después
pasa por varias tonalidades de marrón y termina siendo rojo'.
Se sabía ya en aquella época que los gases reaccionan en proporción
de volumen constante -recuerda la relación 2:1 del hidrógeno al
oxígeno que has observado en la formación del agua-, pero Berthollet
pensó que este comportamiento era sólo característico de los gases.
Por otra parte estaba el químico francés Proust (1724-
1826), quién trabajó en España como profesor de Química de la
academia de artillería de Segovia, nombrado por el rey Carlos IV.
Proust mantenía que todas las sustancias se combinaban en proporción
constante para formar nuevas sustancias. En 1799 enunció la llamada
ley de las proporciones constantes con un lenguaje casi
poético:
'Debemos reconocer la existencia de una mano invisible que
mantiene el equilibrio en la formación de los compuestos. Un
compuesto es una sustancia a la que la Naturaleza asigna
relaciones fijas; en pocas palabras, es una entidad que la
Naturaleza crea con la balanza en la mano ... No se ha observado
todavía ninguna diferencia entre los óxidos de hierro del norte y
del sur. El cinabrio del Japón está constituído por las mismas
proporciones que el de España. La plata no está oxidada de forma
diferente en el óxido del Perú que en el de Siberia ...'.
En lenguaje más actual, esta ley establece que:
Cuando dos sustancias se combinan para formar un compuesto, lo hacen según una proporción constante. La relación entre las masas que reaccionan permanece fija, independientemente de la proporción en que se encuentren mezcladas. Si un elemento está en exceso, parte del mismo no reaccionará y permanecerá inalterado.